sábado, 26 de diciembre de 2015

La Bipolaridad como Padecimiento


Desde muchos lugares se ha hablado, a lo largo de la historia, de la estructura bipolar del hombre, de esta especie de naturaleza pendular que lo define. En realidad todo el universo está organizado en pares de fuerzas antagónicas que se complementan, y la energía que esta oposición genera es la responsable de que existan el movimiento y la vida.
… La tristeza y la alegría, y algunas de sus formas exacerbadas, señalando que en realidad estas dos manifestaciones están muy íntimamente relacionadas, y que las une una misma condición emocional de origen. Así, la tristeza nace ante la pérdida o ausencia de lo que se ama, y la alegría, ante su encuentro o su presencia, de manera que es casi imposible pensar que el sufrimiento depresivo o el maníaco pueden darse aislados. Por el contrario, todo hace presuponer, que, aun en las manifestaciones más aparentemente unipolares, si se hace un exhaustivo y profundo examen, se puede encontrar el polo aparentemente ausente, a veces como síntoma corporal, a veces como patrón de conducta, a veces como un afecto disfrazado.
Partimos, entonces, de la idea de que no existe la depresión pura o la manía pura, sino que siempre la oscilación entre ambos afectos está presente en modalidades más o menos encubiertas. Sin embargo, hay personas en quienes el comportamiento afectivo pendular está activo y está presente en carne viva con una fuerza y un esplendor inequívocos.  Es ahí donde generalmente los terapeutas hablan del “sufrimiento bipolar”, que expresa de una manera patética y paroxística los dramas más íntimos de la historia de la persona que los padece.
La Textura de la Bipolaridad
El rasgo característico de la bipolaridad es, sin duda, su ciclicidad, el hecho de que quien la padece está yendo constantemente de un polo a otro, circulando entre la manía y ls depresión, entre la alegría y la tristeza. Esto implica la presencia de un necesario grado de inestabilidad emocional, que es la condición que da la posibilidad a la alternancia. Esta alternancia puede revestir varias formas…

Este artículo fue tomado originalmente del libro “La Bipolaridad como Don”, Autor: Eduardo Horacio Grecco, Ediciones Continente, Buenos Aires, Argentina, 7ª Edición 2011, Págs. 57-58.

lunes, 21 de diciembre de 2015

La Terapia Floral como Arte Terapéutico y Posición Epistemológica



Arte terapéutico

Concebir la Terapia Floral como un arte apunta a colocar nuestra práctica como un ejercicio continuo que se desenvuelve a mitad de camino entre la estructura (alma) y la historia (personalidad), el modelo y la experiencia, el conocimiento interno y el externo, el ser y el devenir, las creencias y los actos, el Yo y el Otro.
El arte de curar consiste –como las producciones de los artistas del “bricolaje” que toman sobras y restos y construyen un sentido plasmado en una obra- en posibilitar en el paciente la entrada a una auténtica experiencia de transformación de los “retazos” de su vida –sueños, síntomas y vínculos- en una imagen de sí misma plena de significado. En suma, hacer que los eventos de una vida se interioricen o metabolicen como realidad biográfica subjetiva.
Sintonizado con la tradición hipocrática y paracélsica el concepto de “arte de curar” define, así, de un modo preciso, la naturaleza de la acción revolucionaria y regenerativa que un terapeuta puede provocar con su práctica.

Posición epistemológica.

De este modo intentamos hacer converger, en un mismo marco y en mismo arte, el abordaje universal de la estructura, el particular de lo antropológico y el singular de la clínica. La Terapia Floral se encuentra, de este modo, con el dispositivo capaz de dar respuesta a la demanda de rigor y apertura que la ciencia requiere, sin descuidar por ello, la cualidad única e irrepetible del hecho clínico.
No se me escapa que detrás de esta modalidad de acercamiento a la Terapia Floral existe la presencia de una toma de posición epistemológica. En esto creo necesario, también, que la Terapia Floral deslinde su propio espacio de configuración a partir de un horizonte más vasto que el que le brinda su propia experiencia y se vea, a sí misma, como formando parte de un sistema de relaciones, que denominamos conocimiento,  y de un movimiento de la ciencia que aspira a superar los límites y prejuicios de un universo dualista y positivista. De un movimiento que subvierte profundamente la cosmovisión del hombre, el universo y el sentido y destino de ambos.
En este punto la terapia floral hace causa común con otras disciplinas de las cuales se nutre, no sólo en los hallazgos puntuales de la tarea clínica, sino, especialmente, en el modo de pensar los problemas y conceptuar la realidad. Una realidad que no es visualizada como homogénea, mesurable, mecánica, predecible y estática, sino, por lo contrario, como heterogénea, inaprensible a la simple percepción, plena de incertidumbre, paradojas y misterios, y en continuo movimiento, pero no por eso menos lógica.
Esta realidad, que ha sido gestada por el accionar de una estructura (el alma) que la sostiene y que al mismo tiempo se contiene en ella, es una realidad de signos.  Una realidad que habla a la conciencia del hombre, que muestra caminos, da señales, indica encrucijadas. Una realidad que no es algo que le ocurre al hombre, sino que el hombre le acaece a ella y, entonces, la convierte, a su contacto, en un universo simbólico.


Este artículo fue tomado originalmente del libro “El Legado Del Dr. Edward Bach, Antecedentes, contexto y significado de su descubrimiento terapéutico”, Autor: Eduardo Horacio Grecco, Ediciones Continente, Buenos Aires, Argentina, 1ª Edición 2004, Pág. 17-18.

sábado, 5 de diciembre de 2015

Terapia de vidas pasadas, una opción no invasiva de sanación emocional

La terapia de vidas pasadas sirve para curar casi cualquier tipo de trastorno emocional y de comportamiento, como por ejemplo las depresiones, crisis de ansiedad, disfunciones sexuales, anorexia y bulimia, pánico, miedos, adicciones de todo tipo, fobias, enfermedades psicosomáticas, inseguridad, timidez, insomnio, y cualquier relación conflictiva.

Nos permite encontrar y volver a reproducir en un entorno controlado los orígenes de las raíces enfermizas que son la causa de los problemas actuales.

La TVP no sólo ayuda a aumentar el conocimiento de uno mismo sino también alcanzar a una sabiduría interior que permite a mejorar la relación con los demás y diseñar nuestra propia vida.

A través de la TVP la persona incrementa el conocimiento de sí misma, se vuelve más consciente de cada uno de sus actos, deja de culpar a los demás de sus propios fracasos y se responsabiliza de su propia vida. Comprende que es "artífice de su propio destino", que continuamente podrá ir cambiando conforme a su escala de valores. Es capaz de convertir un problema en una oportunidad de crecimiento y de autoconocimiento.

Esto le permite ampliar su horizonte interior, conociéndose y aceptándose más tal y como se es, y por ende mejorar la relación con el prójimo.

Para recibir una TVP no es preciso creer en la Reencarnación. La Terapia acciona más allá de la creencia, no sólo del paciente, sino también del terapeuta.

No basta con recordar lo que se vivió en las vidas pasadas, sino que es necesario vivenciar y sentir en el cuerpo las sensaciones , emociones y sentimientos que provocaron esa situación, con el propósito de que el espíritu pueda liberarse, y así producir el alivio, la comprensión de lo ocurrido, libera esa energía atrapada.

Al recuperar esa energía, aumenta la capacidad y poder personal, sintiéndose pleno para actuar con libertad.

Antes de someterse a una TVP es necesario tener una o dos entrevistas previas de diagnóstico y evaluación con la terapeuta, además de servir para conocerse y despejar todo tipo de dudas.

 Después de esas dos entrevistas, se concreta la fecha para la sesión de regresión que durará alrededor de 1.5 horas. En cada una de ellas se comienza y se termina el trabajo, sobre todo en temas puntuales que el paciente requiere trabajar.

Es por eso que en determinados casos, si el paciente ya está preparado con un trabajo previo, sólo son necesarias unas pocas sesiones.

El rol del terapeuta consiste en guiar, acompañar y ayudar al paciente a trabajar con cada una de las emociones que viene arrastrando de desde sus vidas pasadas, pero que ya no tiene por qué seguir cargand en la actualidad.


Al sacar a flote y agotar cada una de sus emociones, el paciente obtiene en seguida una sensación de estar liviano, de sentir alivio, al haberse quitado una gran piedra de la espalda que ya no le pertenece.

La TVP se realiza a través de un estado expandido de conciencia, mediante el cual el paciente aumenta el grado de receptividad y emotividad, accediendo al mundo del inconsciente.

Si bien la persona se encuentra en un estado alterado de conciencia, sigue estando alerta a lo que sucede en el aquí y ahora, permitiendo revivir los síntomas y trabajando todas aquellas emociones que la están perturbando en la actualidad.

Grandes conflictos emocionales, pérdidas profundas, amores u odios apasionados, traiciones, problemas, enojos, avaricia, soberbia, etc., pueden ser los causantes de que parte de nuestra energía quede atrapada allí, en esa circunstancia, en esa experiencia, que corresponde a otro tiempo, a otra realidad, pero que se activa frente a una situación similar en el presente.

Mediante la TVP permitimos que esa energía atrapada pueda liberarse, produciendo el desvanecimiento del síntoma o conflicto.

La TVP es una técnica psicoterapéutica transpersonal, que utiliza la regresión de la memoria como herramienta de abordaje.

Mediante la técnica de regresión el paciente revive ciertos hechos significativos de su pasado ( de esta vida o de otras), cuya carga emocional está todavía activa, incidiendo en el presente, y que le obstaculiza actuar con libertad (esto es lo que causa el síntoma de bloqueo, angustia, dolor físico, etc).

Al revivir la experiencia traumática que originó el síntoma, permitimos que esa energía atrapada pueda liberarse, y justamente ésa es la sensación que provoca en el paciente un alivio y liberación.

martes, 17 de noviembre de 2015

Terapia Floral y Perspectiva Antropológica


La clínica es un terreno anclado en la persona y sus facticidades; es decir, en la singularidad en una historia en una situación; y el estructuralismo desarrolla una lógica que parte de la necesidad del borramiento de la persona en beneficio de la adhesión a la estructura que la funda, porque al hablar de “sistema” alude al ajuste y adecuación de las partes en una estructura que trasciende y explica sus elementos.
Lo que puede perecer, inicialmente, una contradicción irremediable, se resuelve al comprender que la estructura solo puede ser captada en la historia (a través de la narración, las manifestaciones clínicas, etc.), pero que la historia (como la lengua) siempre hace referencia a un orden previo que la sostiene y que está más allá de todo acontecimiento actual. De esta manera, es posible ver en la práctica la unidad en la pluralidad y la pluralidad en la unidad, la diversidad viva en la similitud y la similitud a través de la diversidad.
Las propiedades de este doble juego de recruzamiento solidarios se hace aún más palpable y se incorpora junto al pensamiento estructuralista y la mirada clínica, un fundamento antropológico.
Tal convergencia permite que las polaridades: sujeto y campo, historia y estructura, palabra y lenguaje (habla y lengua, en términos saussureanos), naturaleza y cultura, síntoma y causa real, consciente e inconsciente, personalidad y alma, se articulen inclusiva y dinámicamente en entorno de un modelo de comprensión global de la naturaleza del hombre y su praxis. La consecuencia natural de esta reflexión es el retorno de una perspectiva que considera los diferentes niveles de integración y realización de la persona como antagonismos complementarios y de esta manera nos permite escapar de los reduccionismos, tanto empiristas como idealistas, tanto individualistas como totalistas, tanto organicistas como psicologistas.
Por otra parte, esta propuesta satisface la necesidad de resituar la práctica de la terapia floral como una tarea existencial que apela, para cumplir su labor, a la capacidad humana de hacer consciente lo inconsciente (erradicar la ignorancia) y forjar una relación interpersonal curativa.
Al plantear el vehículo curativo de la terapia floral como una relación (un encuentro creativo) estamos definiendo esta experiencia como una psicoterapia ayudada con remedios florales, ya que su objetivo es, como insiste el Dr. Bach, ayudar al paciente a descubrir la causa profunda (real) de su malestar y con ese fin es que se proporcionan las esencias florales.
De ahí se deriva el postulado de que la terapia floral es una disciplina mayéutica al mejor estilo socrático.
La terapia floral como mayéutica (término de origen griego, cuyo significado literal es: “tarea propia de la comadrona”, y metafóricamente: “llevar a cabo el parto de la verdad”) consiste, pues, en el arte de hacer engendrar al alma del paciente las respuestas a sus preguntas (o nuevos interrogantes), hacer surgir a la conciencia el conocimiento que ignoraba, ir llevándolo, progresivamente hacia el descubrimiento de la verdad. Esta verdad palpita en los afectos sofocados, que retornan desplazados como síntomas, proyectados como vínculos y dramatizados como sueños significantes que aluden a un significado inconsciente que habita en la sombra.
Por esto, la tarea de la terapia floral, es un punto, es la de ser partero de las emociones sofocadas, que son la causa del enfermar. Detrás de ellas se encuentran los defectos, la herida del alma que la persona debe sanar por medio del aprendizaje de una lección.
A su vez, la visión antropológica agrega –a la estructura y a la clínica- la reflexión de temas tales como: evolución, libertad, introvisión, encuentro, proyecto, facticidad, corporalidad, nostricidad (permítaseme este feo neologismo), intersubjetividad y muchos otros que hacen a la comprensión del hombre como ser total: existencia, coexistencia, y desarrollo como individuo y como especie. Y los aborda desde una perspectiva que, si no se incluye, puede conducir a un progresivo vaciamiento de contenidos de la teoría y la acción de la terapia floral, ya que sus aportes ayudan decisivamente a tomar consciencia de las potencialidades, los fundamentos y las metas de la reacción interpersonal que llamamos “terapéutica”.
Por otra parte, esta contemplación antropológica se pre-ocupa y ocupa, con intensidad creciente del problema de la dimensión subjetiva coexistencial del hombre, estructura que da pie y funda cualquier posibilidad de vehículo. En caso particular de la terapia floral, esta subjetividad posee un carácter trascendente, ya que, por un lado, el destino del hombre no consiste en morir por entropía sino en trascender por aprendizaje y, por otro, la intersubjetividad que forma parte del inherente de la naturaleza humana no es fruto de la casualidad sino una obra inteligente de la vida.

Este artículo fue tomado originalmente del libro “El Legado Del Dr. Edward Bach, Antecedentes, contexto y significado de su descubrimiento terapéutico”, Autor: Eduardo Horacio Grecco, Ediciones Continente, Buenos Aires, Argentina, 1ª Edición 2004, Pág. 15-17.

lunes, 16 de noviembre de 2015

La Terapia Floral y la Clínica


A este paradigma estructural, que debería convertirse en una nota identificatoria de la Terapia Floral, cabe agregarle la clínica. Si bien proporciona un método de trabajo, la clínica es, al mismo tiempo, una actitud que nos lleva a estar siempre del lado de la experiencia. Pero no de una experiencia “objetiva”, que no existe como tal, sino de aquella que coloca al paciente en el centro de la escena, en el principio y fin de las cosas, y a la relación terapéutica como el fundamento de la cura.
Ahora bien, es importante tomar en cuenta el hecho de que la clínica es siempre una práctica interminable y abierta a la incertidumbre, en donde no sólo el paciente está comprometido y corporizado, sino que el terapeuta, por su parte, es la herramienta catalizadora del proceso mayéutico de un tratamiento. Los remedios sanan pero la relación es la que cura y, en ese punto, los remedios florales son la sal mercurial que transforma el plomo de la sombra en oro de conciencia, la ignorancia en conocimiento, los afectos sofocados en expresión, el silencio en palabra.
Cuando se menciona la palabra “clínica” se suele hacer un reduccionismo conceptual hasta homologarla con “técnica”. La técnica es un capítulo de la clínica, pero en sí, la clínica es una modalidad de explorar la realidad, en este caso, de una persona que “sufre y padece”. Esta indagación apunta a encontrar el sentido de las manifestaciones y dolores del paciente “leyéndolo” e interpretándolo a través de sus síntomas. Dice Bach al respecto que:
El médico que comprende verdaderamente la enfermedad, ella misma le señala la naturaleza del conflicto […] Si se padece de rigidez o endurecimiento de articulaciones o miembros, por ejemplo, pueden estar igualmente seguros de que la misma rigidez está presente en vuestras mentes;  se están aferrando inflexiblemente a alguna idea, algún principio, o quizás, algún convencionalismo que no deberían tener. Si sufren de asma, o dificultades respiratorias, ustedes están, de alguna manera, asfixiando a otra personalidad, o les falta coraje para hacer el bien, y eso los sofoca. Si se encuentran débiles, o se agotan, es porque están permitiendo que alguien obstruya la entrada de energía vital en sus organismos. Incluso la zona del cuerpo afectada indica la naturaleza del defecto: las manos señalan un fracaso o una equivocación al actuar; los pies, una falla en ayudar a otros; el cerebro, falta de control; el corazón, deficiencia,, exceso o conducta errónea en el aspecto afectivo; los ojos, falencia en ver y comprender adecuadamente la verdad cuando está frente a nosotros. Y así, exactamente, podemos descubrir la razón y la naturaleza de cada dolencia; la lección requiere que el paciente efectúe las correcciones necesarias
Este texto de Bach ilustra la importancia de encontrarle el sentido a un síntoma (el significado al significante) y, además, plantea el concepto del cuerpo como lenguaje. Este es el punto de partida en la Terapia Floral, del trabajo que he intentado desarrollar a lo largo del tiempo sobre la geografía emocional del cuerpo, los meridianos emocionales y otros conceptos que apuntan a generar un dispositivo de lectura del significado afectivo de los signos clínicos de los pacientes y a dar cuenta de su historia olvidada, ya que la mayor parte de la biografía –y, en ella, las emociones- está escrita en el cuerpo y funciona a espaldas de la conciencia de la persona.  Así, entonces, el cuerpo recuerda lo que la memoria olvida, el cuerpo narra lo que la conciencia silencia, y el terapeuta es el que debe denunciar y puntualizar estos recuerdos y estas narraciones, y quien enfrenta con éstos a la conciencia del paciente, con la finalidad de que aprenda lo que ellos tienen que enseñarle. “Mi tarea, como médico, consiste en ayudar al paciente a que sea capaz de vivir”, nos confiesa, muy escuetamente, Jung, y suponemos que se refiere a vivir en plenitud.
Este artículo fue tomado originalmente del libro “El Legado Del Dr. Edward Bach, Antecedentes, contexto y significado de su descubrimiento terapéutico”, Autor: Eduardo Horacio Grecco, Ediciones Continente, Buenos Aires, Argentina, 1ª Edición 2004.


jueves, 29 de octubre de 2015

El Ho’oponopono, una Sabiduría Ansestral Hawaiana


La primera vez que se escucha el término ho’oponopono, sorprende.
Hopo qué?, se suele preguntar.
Hasta hace algunos años, pocas personas tenían idea de su significado.
Sin embargo, esto se ha ido revirtiendo aceleradamente y hoy podemos
decir que este ancestral conocimiento llega cada día a más y más personas
dispuestas a abrirse a su profunda sabiduría.
Etimológicamente, Ho’o significa “causa” y ponopono “perfección”, en
lengua hawaiana. Se lo suele traducir como “enderezar un error” o “hacer
lo correcto”.
Sus orígenes se remontan a unos 5.000 años. Ho’oponopono es un
sistema de sanación físico, mental, emocional y espiritual practicado por la
cultura kahuna de Hawai.
Esta técnica ha sido actualizada y convertida en un proceso de sanación
tan integrador que nos acerca a los milagros. En su estructura convergen
psicología, física cuántica, filosofía y mística, amalgamadas en una forma
tan perfecta, que no sólo va a permitirnos sanar, sino también avanzar sólidamente
por la vida.
Morrnah Nalamaku Simeona, reconocida como un tesoro viviente de
Hawai en 1983 por su trabajo, actualizó esta técnica que hoy se conoce
como “Ho’oponopono actualizado”, o más correctamente, “Sistema de autoidentidad
a través de ho’oponopono”.
Ella difundió el “Ho’oponopono actualizado” por el mundo incluyendo
a médicos, colegios y universidades. Se presentó además ante la
Organización Mundial de la Salud y en las Naciones Unidas.
Morrnah era una Kahuna Lapa’au hawaiana nativa. Kahuna significa
“guardián del secreto” y Lapa’au, “especialista en sanación”.
Entre los hawaianos, la palabra kahuna denomina a un maestro espiritual sanador.
Básicamente, la filosofía kahuna nos dice que los seres humanos vivimos
repitiendo sistemáticamente “pensamientos tóxicos”, “pautas mentales”,
“emociones”, etcétera —que denominan “memorias”—, y provienen
de nuestros ancestros, vidas pasadas y todo aquello que se adquiere en
las experiencias tempranas de la infancia y en el posterior desarrollo de
nuestra vida.
Toda esa información debe ser “borrada”, para luego ser realmente
“nosotros mismos” (autoidentidad) y para que deje de generar los “problemas”
que enfrentamos día a día (cocreando nuestra realidad de manera
inconsciente).
El ho’oponopono entonces, se practica para limpiar y suprimir esas
memorias, así como para liberar lazos kármicos que nos involucran con
otras personas, restaurando de ese modo el balance y la armonía de la
personalidad.
Recuperar nuestra autoidentidad implica estar libre de memorias,
en estado de “vacío” como dicen los budistas, o estado cero según el
ho’oponopono.
Y es en este estado de vacío donde logramos conectarnos directamente
con la divinidad que nos ha creado, que entonces nos guiará a través de
inspiraciones, atrayendo a nosotros todo lo perfecto y correcto.
Los alcances de este método de sanación permiten obtener resultados
increíbles y extraordinarios, con la única condición que se lo aplique
siempre, lo que más se pueda. Es importante señalar que la clave de este
proceso es la capacidad transmutadora del agradecimiento, el perdón, y
asumir el cien por ciento de responsabilidad de todo lo que sucede en
nuestra vida.
Otro aspecto importante es reconocer la existencia de una Divinidad
(Dios, Divina Inteligencia, Conciencia Cósmica, o como uno prefiera llamarlo),
cuya sabiduría y poder son muy superiores a los nuestros, y que
nos ama incondicionalmente.
Debemos estar dispuestos a dejar todo en manos de esta Divinidad
para que sane nuestros recuerdos, sentimientos, creencias, para que sane la
raíz misma de toda experiencia no deseada o dolorosa que tengamos y para
que a la vez alivie a los demás.
Conocí el ho’oponopono hace más de cinco años, y esto produjo
un profundo impacto en mi vida. Me permitió comprender aspectos de
mis pacientes (y de las personas en general), que mi formación como
psicoterapeuta no podía brindarme, además de trabajar en mi propio in-
interior, porque como dice el doctor Ihaleakala Hew Len, “la paz comienza
conmigo”.
Por ello los invito a sumergirse en la fascinante lectura de este texto
que hoy tengo el placer de prologar.
El ho’oponopono es en sí inagotable, pero creo que con los conceptos
aquí desarrollados habré podido despertar en los lectores el suficiente interés
como para desear conocer más sobre este sistema maravilloso, que mi
querida amiga Lili Bosnic pone al alcance de todos.
Destaco especialmente la importancia de contar con un nuevo texto
sobre este tema, que siempre es bienvenido, ya que es escasa la literatura
sobre ho’oponopono. Pero además este libro tiene el sello de su autora, su
particular manera de mostrarnos los secretos de este arte sanador, que será
revelado a lo largo de los capítulos.
Si bien la práctica de ho’oponopono es absolutamente sencilla, no lo
es tanto la comprensión de sus bases filosóficas.
Para muchos lectores, algunos de los conceptos ya expuestos y los
que se formularán a continuación pueden ser, en primera instancia, muy
difíciles de aceptar o de comprender. Otros no tanto, pues son comunes a


Este artículo fue tomado de la introducción del libro Ho’oponopono, Arte ancestral de Sanación Hawaiano, escrito por Lili Bosnic, Editorial Ediciones Continente, 1ª edición, 2012.