“Dijo Tennyson que si pudiéramos comprender
una sola flor sabríamos quiénes somos y qué es el mundo” (Borges).
Los treinta y
ocho remedios
florales descubiertos por el Dr. Edward Bach son el instrumento que brinda
la naturaleza para ayudar al hombre, tanto en su dolor como en la búsqueda de
la verdad. Al respecto Nietzsche afirma que “la búsqueda de la verdad es todavía la forma de rebelión más grande y
más sensata” de que el hombre dispone, y estas palabras parecieran resonar
y estar presentes en los textos del creador de la Terapia Floral. En esta
dirección es que queremos sostener la idea de que las esencias florales son
herramientas cuya finalidad última consiste en procurar al ser humano un grado
de creciente de libertad. Estos
remedios – que se vinculan a treinta y ocho estados emocionales
arquetípicos – actúan, según su creador, “elevando nuestras vibraciones y
abriendo nuestros canales para la recepción del Ser Superior; para inundar
nuestra naturaleza con la virtud particular que necesitamos y borrar nuestros defectos
que causan dolor”.
Se trata de remedios
energéticos naturales y eficaces. Inocuos en el sentido de que no causan
daño, pero cuya toma produce la movilización del mundo emocional, la captación
de información externa e interna que se desconocía, la aparición de
sentimientos hasta ese momento sofocados, vivencias y percepciones nuevas, etc.
De modo tal que
convocar una emoción por medio de las flores es una experiencia que debe
hacerse en el marco de una contención adecuada. Al respecto es bueno tener
presente que existen dos niveles diferenciados en la terapéutica creada por el
Dr. Bach. El primero, es el que se corresponde a la administración
de los preparados florales de acuerdo con el estado emocional/mental
prevalente en el paciente. El segundo, se refiere al trabajo de conocimiento de
las causas reales de la enfermedad y del aprendizaje de la lección que el
sufrimiento nos enseña en el proceso de evolución hacia la perfección y la
armonía.
En ambos casos,
pretender ser uno el propio terapeuta no es aconsejable. Es muy difícil ser
juez y parte, y aunque el sistema Bach es un sistema sencillo y claro, las
emociones del hombre conforman un mundo complejo y de gamas muy variadas que
necesita la comprensión de alguien formado en este terreno. La interpretación
de los síntomas, la precisión en el diagnóstico correcto requiere del arte de
un especialista preparado y capacitado para indagar en los repliegues del alma
humana.
Por otra parte,
si el objetivo
de la terapia floral es ayudar al enfermo para que pueda conocer y entender
el sentido de sus síntomas como señales de una causa conflictiva profunda, la
conciencia que acompaña la enfermedad difícilmente pueda ver con claridad
aquellos caminos que conduzcan al paciente hacia la cura verdadera, ya que los
síntomas son “creencias equivocadas” sobre nuestra realidad.
Este artículo fue tomado originalmente del libro
“El Legado Del Dr. Edward Bach, Antecedentes, contexto y significado de su
descubrimiento terapéutico”, Autor: Eduardo Horacio Grecco, Ediciones
Continente, Buenos Aires, Argentina, 1ª Edición 2004, Pág. 78-79.
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