lunes, 11 de enero de 2016

Remedios Florales, una Alternativa para Tratamientos Psicoterapéuticos


Dijo Tennyson que si pudiéramos comprender una sola flor sabríamos quiénes somos y qué es el mundo” (Borges).
Los treinta y ocho remedios florales descubiertos por el Dr. Edward Bach son el instrumento que brinda la naturaleza para ayudar al hombre, tanto en su dolor como en la búsqueda de la verdad. Al respecto Nietzsche afirma que “la búsqueda de la verdad es todavía la forma de rebelión más grande y más sensata” de que el hombre dispone, y estas palabras parecieran resonar y estar presentes en los textos del creador de la Terapia Floral. En esta dirección es que queremos sostener la idea de que las esencias florales son herramientas cuya finalidad última consiste en procurar al ser humano un grado de creciente de libertad. Estos remedios – que se vinculan a treinta y ocho estados emocionales arquetípicos – actúan, según su creador, “elevando nuestras vibraciones y abriendo nuestros canales para la recepción del Ser Superior; para inundar nuestra naturaleza con la virtud particular que necesitamos y borrar nuestros defectos que causan dolor”.
Se trata de remedios energéticos naturales y eficaces. Inocuos en el sentido de que no causan daño, pero cuya toma produce la movilización del mundo emocional, la captación de información externa e interna que se desconocía, la aparición de sentimientos hasta ese momento sofocados, vivencias y percepciones nuevas, etc.
De modo tal que convocar una emoción por medio de las flores es una experiencia que debe hacerse en el marco de una contención adecuada. Al respecto es bueno tener presente que existen dos niveles diferenciados en la terapéutica creada por el Dr. Bach. El primero, es el que se corresponde a la administración de los preparados florales de acuerdo con el estado emocional/mental prevalente en el paciente. El segundo, se refiere al trabajo de conocimiento de las causas reales de la enfermedad y del aprendizaje de la lección que el sufrimiento nos enseña en el proceso de evolución hacia la perfección y la armonía.
En ambos casos, pretender ser uno el propio terapeuta no es aconsejable. Es muy difícil ser juez y parte, y aunque el sistema Bach es un sistema sencillo y claro, las emociones del hombre conforman un mundo complejo y de gamas muy variadas que necesita la comprensión de alguien formado en este terreno. La interpretación de los síntomas, la precisión en el diagnóstico correcto requiere del arte de un especialista preparado y capacitado para indagar en los repliegues del alma humana.
Por otra parte, si el objetivo de la terapia floral es ayudar al enfermo para que pueda conocer y entender el sentido de sus síntomas como señales de una causa conflictiva profunda, la conciencia que acompaña la enfermedad difícilmente pueda ver con claridad aquellos caminos que conduzcan al paciente hacia la cura verdadera, ya que los síntomas son “creencias equivocadas” sobre nuestra realidad.

Este artículo fue tomado originalmente del libro “El Legado Del Dr. Edward Bach, Antecedentes, contexto y significado de su descubrimiento terapéutico”, Autor: Eduardo Horacio Grecco, Ediciones Continente, Buenos Aires, Argentina, 1ª Edición 2004, Pág. 78-79.

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